domingo, 8 de abril de 2012

Parcial 9 de Abril. Expresión Oral y Escrita

Entrada 1


Comentario de la película "El discurso del Rey"


Tráiler de la película








Más allá del marco histórico en el que se desarrolla la película (albores de la segunda guerra mundial) tenemos que destacar, como un acontecimiento mundial y uno personal, se entrelazan para forjar esta historia.

Tenemos a un hermano menor apocado por su papel de segundón durante toda su existencia (Jorge VI)que se ve coaccionado a asumir la responsabilidad de conducir los destinos de su pueblo,gracias a que su hermano mayor (Eduardo VI) se enamoró perdidamente de una estadounidense divorciada (Wallis Simpson),quién a su vez le permitió también divorciarse de esa vetusta institución victoriana

Ante este angustiante panorama que se le presenta a Jorge VI ("Bertie" de aquí en adelante) en el que ha de prepararse para usar habitualmente dos partes de su desgarbado cuerpo:  Sus hombros, para soportar la pesada carga que representa un país en guerra y principalmente su boca, para transmitirle a su pueblo agobiado la esperanza para soportar tan difícil trance. El problema, es que precisamente la función que opera con este órgano, caracteriza al rey por un defecto: La tartamudéz.

Con este singular escenario: Guerra, pueblo sin guía y rey tartamudo, hace su aparición  el hombre que va a componer el rumbo de este predecible desastre, el respetado logopeda Lionel Logue, quién con sus peculiares métodos logra mostrarle la fragilidad que posee a pesar de ser el líder de la monarquía mas poderosa del mundo.

Durante el proceso de rehabilitación se aprecia el entrañable vínculo que surge entre el especialista y el soberano, paralelo a la evolución de una persona que a pesar de su discapacidad, sabía en el  fondo de su corazón que la razón de ser de su existencia era guiar a su pueblo en ese momento histórico que transcurría.

Finalmente, llega el momento cumbre de la película, en el que llega la situación más temida para " Bertie ": Hablar en vivo y en directo ante un país ansioso por escuchar al que sería de ahí en adelante su líder y abanderado. Pero estos temores se fueron disipando en  el estadio de Wembley, ya que  este  escenario  se fue quedando pequeño para contener la emoción de escuchar a un Rey sereno, seguro de si mismo y que logró comunicar la certeza de una victoria que era incierta en ese momento.


Con este ejemplo de perseverancia, ahínco y tenacidad, los espectadores de esta película, entendemos como el discurso oral guía, acompaña, consuela o estimula, haciendo parte fundamental en el devenir de un comunicador social en  formación o en la vida de un rey tartamudo.

                                                                                 
                                               ***

                                                                 Jorge VI  ("Bertie")



Lionel Logue (El "terapeuta" del Rey)




                                       El Discurso pronunciado por el Rey Jorge VI:


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Entrada 2

Retrato de una persona

Para mi no es habitual ir en carro a mi oficina ya que detesto los trancones matutinos y adicionalmente no me parece justo moverse solo en un vehículo con capacidad para cinco personas. Sin embargo, la primera vez que lo hice, no contaba que los parqueaderos cercanos eran privados y los públicos  quedaban lejos de mi trabajo. Al verme perdido y ante todo contrariado por estar con un vehículo y no tener donde parquearlo ,mi nivel de tolerancia bajo a cero.

Me encontraba a media cuadra de la entrada de mi oficina, con el carro apagado tratando de hallar una solución a la situación en la que me encontraba, hasta que el sonido de un objeto metálico golpeando mi ventanilla me trajo de nuevo a la silla delantera izquierda del carro. Era un hombre  con un gran anillo plateado en su mano derecha. Lo primero que pensé fue en mirar que estuviera solo, en caso que me quisieran asaltar .El sujeto al ver que yo no respondía a su llamado se agachó. Me sorprendí. Su cara estaba marcada con una gran cicatriz que partía desde su oreja derecha y que se detenía en el borde de su labio inferior. Me habló algo que no entendí, bajé la  ventanilla y el hombre inmediatamente me sonrió y añadió: "Patrón, busca parqueo?" en lo que se demoró en decir esas tres palabras, aprecie en detalle la ausencia de dientes y lo único que restaba por caerse eran como tres o cuatro vetustos molares. Lo detallé de arriba a abajo y me percaté que era un habitante de la calle. Curiosamente vestía en tres tonos de gris a excepción de unos zapatos tenis de color blanco.

Ya circunspecto, se quitó la gorra mostrando una calvicie incipiente al tiempo que me decía: "me llamo Albeiro, soy el cuidandero de carros de aquí a la vuelta"  Me llamó la atención como la cordialidad que percibía en sus palabras serviciales, no encajaban con la imagen que tenía al frente. Me reencontré con mi afán de hallar parqueadero y le dije con algo de desconfianza pretendiendo sonar seguro de mi mismo :" ¿y no le pasa nada al carro? " A lo que inmediatamente respondió : "llevo diez años cuidando los carros en esa cuadra y no ha pasado nada". Me faltaban quince minutos para estar a tiempo en mi trabajo, así que accedí, me dijo "sigame" y se fue caminando delante de mi carro. Mientras esto ocurría, noté que tenía una acentuada cojera en su pie izquierdo que hacia que su cabeza se meciera de lado a lado. Era un hombre de por lo menos 1.90 mts. quien a pesar de todos los defectos que a simple vista exponía, caminaba con garbo y a su vez con una altivez que me generaba respeto.

Llegamos a la cuadra en la que estaban alineados a un costado de la calle varios carros. Me indicó estacionar en un espacio disponible. Apagué el vehículo, me bajé y le pregunté a que hora tenía que retirar el vehículo y cuanto costaba el servicio. A lo primero me dijo que hasta las 8 de la noche a lo segundo respondió: "hoy y mañana se lo cuido gratis y de ahí en adelante le recibo cosas de mercado, ropa usada de hombre o tres mil pesos el día y si quiere se lo lavo por dos mil" . Me pareció muy barata la tarifa, pero me quedo la inquietud del por qué mercado y ropa.

Aseguré el carro y no dude en preguntar sin antes percatarme que tenía que elevar mi cabeza para alinear mi mirada hacia sus grandes y expresivos ojos grises  ,me respondió que el vende la ropa de hombre que no le queda buena y luce la poca que le ajusta. Mientras relataba, veía que además de su gran cicatriz en la cara, se destacaba una minuciosa afeitada. Con respecto al mercado, me dice que este se lo lleva a las familias de  sus compañeros de "tropa" que no se pueden mover. Enciende un cigarrillo sin filtro, tiene un tatuaje en la base de su dedo pulgar, era la imagen de un corazón con la letra A en su interior y  una M en su parte superior, claramente había sido elaborado con un procedimiento rústico a una tinta. Continua con los detalles,(¡Me quedan 8 minutos para llegar! ) se presenta como Albeiro Monroy Gúzman, ex soldado profesional de la IV división con jurisdicción en Meta y Guaviare. Llegó a cabo en la vigésima segunda brigada hasta que el 28 de marzo de 1998, fue herido en combate con una cuadrilla de las FARC en cercanías de Mapiripán con un mortero de fusil, que le afectó su fémur izquierdo y cadera.

Siguió sin antes mostrarme las cicatrices queloides  que formaban en su abdomen un abanico casi perfecto, como queriendo sellar la verdad de lo que me hablaba. Yo pensaba: ¿bueno y entonces porqué esta cuidando carros? Y sin pasar a palabras mi duda, Albeiro me la resolvió: Después de salir de la rehabilitación de Sanidad Militar, se dió cuenta que su esposa le era infiel, empezó a fumar, luego con su pensión empezó a frecuentar sitios de dudosa reputación, en los que conoció personas que lo indujeron a probar la cocaína. Como ya el dinero no le alcanzaba, buscó otra sustancia mas barata, el "bazuco" y donde se conseguía? en el extinto "cartucho".El sitio lo atrapó, estuvo allí 3 años,hasta que en una discusión por una "papeleta" el jíbaro le propinó una herida en su cara por 500 pesos que le quedo debiendo. Ese fue, según él "la señal" para salir corriendo de allí. Lo curaron en el hospital San Juan de Dios y el día que salió fue decidido a buscar de nuevo sentirse útil y pues se encontró con esa calle que requería a alguien que cuidara los vehículos de sus habituales visitantes.

¡Son las 8:10! Le digo que me tengo que ir, me sonríe acentuando las arrugas que rodean su gran boca, ofreciéndome disculpas por retrasarme,sus ojos grises hacían juego con su piel cetrina y ya con el regaño en mi mente por llegar tarde, estiré mi mano con el ánimo de agradecer el haberme sacado de la dificultad en la que me encontraba y sobretodo por la franqueza con un extraño. Al darme la mano, sentí la rugosidad de su piel, lo que me dio confianza, ya que me percaté que esa era clara señal de un hombre que trabaja.

8:19, me presento ante mi jefe y le comento lo sucedido, me dice: "OK“, ya que conoce a Albeiro hagame el favor y me le lleva estas dos bolsas con ropa usada que le traje". Las llevo inmediatamente por congraciarme con mi jefe. Albeiro me agradece.

Después de mi jornada, voy a buscar mi carro y veo a Albeiro tomando una siesta sobre las bolsas que previamente le había llevado,le tomo una foto y me voy pensando en que todos tenemos una historia y que mejor que conocer la de un soldado retirado con algo que contar, a  la de un General de tres soles sin gracia.
                                               
                                              ***


                                                        Albeiro en plena siesta:



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Entrada 3

Relato de un recorrido



                                                                   BIENVENIDA

Sábado en la noche, fin de semana de puente festivo. Retorno con mi familia a Bogotá por la autopista norte a la altura del Puente del Común. Hasta este momento he logrado tener un buen promedio de velocidad. Como hay que realizar un desvío para entrar a la ciudad por la carrera séptima, el tránsito se restringe a un carril para permitir la salida de vehículos de Bogotá. Se forma la natural congestión y ya percibo el repugnante olor que sale de una gran cantidad de exhostos. Me distraigo viendo como los vendedores ambulantes hacen piruetas entre los carros. Avanzo unos 50 metros cada diez minutos y quedo al lado de una familia que viaja en un Daewoo Tico. Nos movemos lentamente, uno al lado del otro, el carro es tan pequeño que alcanzo a ver claramente unos grandes eucaliptos del otro lado.

Al volante del Tico va un señor de mediana edad, chaleco de lana,de gafas, inofensivo. Atrás viajan dos chiquitines de unos cuatro o cinco años acompañados por su madre; van felices viendo unas vacas escuálidas y los portales antiguos de las haciendas que hay a los costados de la vía, incluso, el padre de la familia señala en determinado momento un Camaro SS que los adelanta por un lado y le muestra a los niños su llamativo diseño. Los infantes ríen, con los ojos muy abiertos, sorprendidos. La niña alcanza a mirarme como diciendo “¿ves lo que yo veo?”

Yo pienso mientras tanto, en la felicidad de esta familia, en cómo gozan con pequeñas cosas, en la capacidad de asombro de los niños y en como van despreocupados por la vida. De repente, la vía se hace más estrecha y los carros que marchan por los dos carriles deben ocupar uno solo, ya que un costado de la vía esta en obra. Un taxi intenta ganar unos metros por delante del Tico y pasar primero por el desvío. El conductor del pequeño auto acelera intempestivamente; todos se sacuden en su interior y miran como de repente están al  lado del taxi. El inofensivo señor de hace segundos, baja la ventana del lado del pasajero y comienza a lanzarle toda suerte de improperios al taxista. Este, ni corto ni perezoso, responde con manotazos y más insultos. La madre y los niños ya tienen otra expresión; miran aterrados la escena, ven a su padre transformado en un energúmeno que manotea y grita dentro del minicarro, mientras el otro protagonista de la grotesca secuencia la emprende a golpes contra la puerta del Tico.

Los niños ya no se ven, porque están escondidos tras los asientos delanteros, presas del pánico. La madre también la emprende contra su marido. Todo es caos y gritos en el Tico. El taxista aprovecha para escabullirse, levantando una espesa barrera de polvo al rechinar sus llantas, desapareciendo de la vida de esta familia que queda ahí, dejando una discusión entre los padres, con dos niños a los que se les ha borrado la mirada inocente.

Voy detrás del Tico a unos  cinco metros de distancia y veo como ya nadie habla, cada uno de los cuatro pasajeros mira por la ventanilla más cercana como pretendiendo ignorar lo que acabo de ocurrir. Empiezo a divisar al fondo que ya el estado de la vía se normaliza. Mientras tanto, me llama la atención el cerro de mi derecha por  la gran cantidad de casas que parece que jugaran con la gravedad. Ya hay dos carriles y veo el primer bus urbano que me da la bienvenida pitándome con una estruendosa corneta por no darle paso. Le pregunto a mi acompañante si conoce el nombre del sector y me dice que el barrio se llama "el codito" a lo que respondo:" pues ojala este codito no tenga artritis, porque bien feo si esta "creyéndome el más gracioso de todos.

A unos pocos metros llego al primer semáforo y casualmente quedo de nuevo al lado del Tico, miro de reojo para ver si ya todo esta en calma y en ese momento encuentro mi mirada con la del Señor de marras, noto condescendencia en su expresión, a la vez que levanta su mano izquierda,como si ofreciera disculpas. Me sorprendo y trato de representar con mi mano un " No hay problema". El semáforo cambia a verde y la niña de la silla trasera se despide con su manita. Suena un estridente bramido de un bus que se encuentra detrás de mi carro, cambia a luces altas y me deslumbra con el destello que emite mi espejo retrovisor, arranco con la paciencia del caso y el bus logra rebasarme, abre la puerta y me grita: "se durmió gran h...........!" pasa de largo y me percato que es el mismo bus que unos metros atrás no deje pasar. Veo que el señor del Tico aún se encuentra a mi lado, gesticula sin bajar su ventanilla. Le entiendo claramente lo que me dice en silencio: ¡Bienvenido a Bogotá!

                                                                          

                                          ***

                                                            Un Daewoo Tico








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Entrada 4

Grabación de "La noche de los feos" de Mario Benedetti



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Entrada 5



Crónica de la inauguración del Festival Iberoamericano de Teatro 2012